El dolor en el parto.

Dolor. Es probablemente una de las primeras palabras que se vienen a la cabeza de la mayoría de las personas cuando piensan en la palabra parto.

Parto = dolor. Dolor = a sufrimiento. Parto = sufrimiento.

Pero…¿qué tiene esto de cierto? ¿Es siempre así? ¿Siempre hay dolor en el parto? ¿El dolor es sufrimiento?

Para mí es importante darle nombre a las cosas. Lo digo porque hay algunas compañeras que prefieren evitar utilizar esta palabra en su preparación al parto. Yo no comparto su opinión. Lo respeto, y entiendo el punto, pero, personalmente, no comparto la estrategia. (Ojo, que lo bueno es que haya diferentes puntos de vista y que todas aprendamos de todas, no es una crítica).

Para mi sí es importante hablar de dolor en el parto.

Empezamos.

El dolor en nuestra cultura se ha entendido como algo súper negativo. Y quiero darle un pequeño voto a favor al dolor: el dolor nos es útil. De hecho, algunas personas tienen enfermedades en las cuales no sienten dolor, y esto, les compromete gravemente la salud, porque no pueden detectar cuando hay una lesión que requiera de que hagan algo.

El dolor nos ayuda a movernos. Nos sirve para saber que existe un problema que es potencialmente solucionable. La putada es cuando no hay solución a ese dolor, o ese dolor está mal gestionado, por ejemplo en el dolor físico en el final de la vida, que , se mire por donde se mire, tendremos que intentar tratar y evitar. 

Por otra parte, cuando hablamos del dolor, nos referimos a menudo sólo al plano físico, pero, me pregunto cuantas de vosotras que estareis leyendo esto no preferiréis una patada a una “puñalada” de una amistad cercana, o un familiar próximo, que os cause un dolor profundo en el alma.

Por otra parte, quienes hayáis experimentado el dolor de una depresión, entenderéis sin grandes esfuerzo que el dolor alcanza mucho más que el plano físico.

El dolor, por lo tanto, toma muchas dimensiones.

En cuanto al plano físico, quiero plantearos lo siguiente: ¿qué siente un atleta que corre una marathon? ¿Está todo el rato experimentando el placer de las endorfinas que liberamos al hacer ejercicio? ¿O, por el contrario, siente ese subidón y esas ganas de seguir entrenando y mejorando con el esfuerzo que le supone, al finalizar las carreras, o en momentos puntuales? ¿Qué es lo que lo hace seguir entrenando? En definitiva…¿qué lo vincula con el deporte que practica?

Históricamente podemos encontrar que muchas religiones y filosofías de vida, desde la budista hasta la cristiana, buscando la felicidad y la paz mental rehusaban lo que se podrían considerar placeres para la mayoría, frente a vidas más bien comedidas y en las que, hablando en términos más científicos, la liberación de dopamina no era tan “a lo bestia” en ningún momento.

El hedonismo frente al estoicismo.

La biblia dice “pariréis con dolor”. Y esto se nos ha grabado a fuego. El dolor en el parto es un castigo divino. Y queremos evitar a toda costa ese dolor del parto…pero ¿es posible? Y, sobre todo ¿tenemos que verlo como un castigo?

Para empezar, deciros que hay mujeres que tienen experiencias orgásmicas, o próximas al orgasmo en sus partos. Eso no quiere decir que no tengan dolor en el parto, aunque para algunas, esto también es así y efectivamente, no sienten dolor.

Si bien, ver un orgasmo en un parto no es lo más habitual del mundo. Pero aquí os dejo unos videos al respecto.

De hecho, uno de los motivos por los que me hice matrona fue el brutal relato de una profesora de mi instituto sobre su parto, que no describia exactamente como orgásmico, pero que decía que pariría todos los días.

Yo no entendía nada. ¿Cómo vas a querer parir todos los días con lo que eso debe doler?

No decía que no dolía, ojo, pero decía que la experiencia había sido brutal y de las mejores de su vida.

Al final, los mismos órganos que se estimulan en las relaciones sexuales, lo hacen en el parto, y de hecho, un orgasmo no deja de ser una sucesión de contracciones en el útero rítmicas. Hay un libro interesante sobre el tema, por si queréis saber más, que se llama «Pariremos con placer«, de Casilda Rodrigáñez.

Esfuerzo consciente

Con los años de experiencia y como persona que convive con un triatleta de larga distancia, me he dado cuenta de los paralelismos que hay entre los deportistas de alto nivel o de deportes de resistencia, y la mentalidad de muchas mujeres que tienen unos partos empoderantes.

Porque creo que esa es la palabra. Y empoderarte, te empoderas tú, no te empodera nadie más.

He visto a muuuchas mujeres parir, y las mujeres que mejor experiencia he visto tener, son las que llegan al parto con garra. Cogiendo el parto como algo suyo, algo propio, y sin una mochila enorme de miedos, con un gran locus de control interno.

En la cultura en la que vivimos, muchas mujeres han sentido que el parto es algo que otra persona puede “hacer” por ellas. No es raro escuchar frases como “sácadmelo ya” en un paritorio. A veces, completamente comprensibles, fruto de la desesperación o de partos que no van bien, pero por desgracia esa frase, y sobre todo, ese pensamiento de que el parto es algo que nos es ajeno, un trámite que pasamos para tener un bebé con nosotras, es algo que veo de forma relativamente frecuente, cuando debería ser algo más bien excepcional.

Y esto no tiene porqué ser así.

La capacidad para parir es nuestra, y que nosotras realmente vayamos con esta idea por delante, y sobre todo, por dentro, marca mucho la diferencia.

¿Y todo esto qué tiene que ver con el dolor?

Pues que no es lo mismo decidir de forma consciente que el parto es algo propio y elegido en el camino de ser madre, que es un evento de transición en nuestra vida, que supone una entrega casi total para dar la vida a otro ser, que tomarselo como un mero trámite para lograr un bebé en el que el dolor es algo a evitar a toda costa.

No creo que el dolor purifique, ni nada por el estilo, pero escuchar o leer frases como “nadie dejaría que le quiten una muela sin anestesia” para hablar del parto sin anestesia, me duelen en el alma porque es entender muy poco, o, querer entender muy poco, de porqué las mujeres toman ciertas decisiones.

Por otro lado, el dolor es muy relativo. De hecho, me atrevería a decir que muchas de las mujeres más que un dolor insoportable, lo que sienten es un cansancio muy dificil de llevar con el dolor. Si tienes un parto largo, la fuerza mental que te obliga a mantener el propio proceso, se hace una carga pesada.

Por otra parte, no rechazar de lleno el dolor no quiere decir que haya que sufrirlo.

La perspectiva es: yo elijo estar aquí, puedo con esto, y lo estoy gestionando. No “pobrecita yo que tengo que pasar por esto”. Y gestionarlo también puede implicar poner en práctica medidas que nos ayuden a sentirnos mejor.

La perspectiva es: yo elijo estar aquí, puedo con esto, y lo estoy gestionando.

Habitualmente, el movimiento libre, el calor, o el uso del agua, son las medidas no farmacológicas más empleadas, fáciles y efectivas. No es lo mismo estar teniendo contracciones dolorosas y estar mordiendose el labio, y apretando los puños, luchando contra la sensación, que moviendonos con la contracción, concentradas en nuestra respiración y haciendo un camino de introspección, aceptando que forma parte del proceso de dar vida.

Y aquí es a donde yo quería llegar. Tengo la hipótesis, compartida con muchas compañeras, de que el dolor en el parto te obliga en cierta medida a, por un lado, adoptar posturas que facilitan el parto y por otra parte, hacer un ejercicio de introspección muy profunda que te arraiga contigo misma y con el bebé. Te obliga a estar presente en ese momento, te obliga a estar en el momento en el que estás: estás aquí y estás pariendo. No puedes irte, no puedes huir, tienes que hacer este trabajo y sólo lo puedes hacer tú.

Algunas personas creen que con la epidural el dolor se puede evitar completamente. En el apartado sobre epidural ahondaremos más en esto pero es materialmente imposible poner la epidural antes de tener la primera contracción y hacer que tengamos 0 dolor durante toooodo el trabajo de parto, por lo que creo que es importante que, aunque decidamos usar la epidural, que estamos en nuestro derecho, trabajemos cómo vamos a gestionar el dolor y qué actitud vamos a tomar con respecto a él.

Realmente, la actitud frente al dolor del parto, puede marcar mucho la experiencia, y es una muy buena idea entrenar durante el embarazo tecnicas de relajación que podamos dominar antes de llegar al día del nacimiento, que nos permitan lidiar con la intensidad de las contracciones. 

Porque lo que siempre es un parto, es intenso, independientemente del nivel de tolerancia al dolor, de cómo discurra el parto: son sensaciones nuevas, que jamás hemos experimentado, o que experimentamos unas pocas veces en la vida, y de una fuerza brutal.

Al igual que los astronautas se preparan para un lanzamiento, porque las fuerzas que soportarán serán intensisimas, nosotras, que conocemos lo que es un parto, podemos prepararnos para soportar las fuerzas que sentimos al hacer nacer a un bebé para vivirlo de una manera más positiva.

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